jueves, 16 de mayo de 2013

Denuncia social en Cuba



¨La necesidad del agua¨
El agua, como preciado líquido para vivir, es motivo de discordia en muchas partes del planeta. El capitalino barrio del Vedado en Ciudad de la Habana no es una excepción.
Lázaro Oscar Fernández Lavastida, vecino de  la calle 4 # 504 % 21 y 23, en la barriada del Vedado, y Presidente de la organización disidente Fundación Pro Derechos Constitucionales ha participado en el diálogo comunitario de estos vecinos residentes, con el objeto de llegar a un acuerdo que logre el sellaje de la cisterna que se discute, y obtener el logro de su funcionamiento para el éxito de su uso colectivo.
Sin embargo, el acuerdo no se ha podido concertar. Ya que los vecinos de la Planta Baja, otro conocido como “el profesor Armandito”, la Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas del lugar y algunos más,  se niegan bajos argumentos egoístas, sin justificación sobre la administración de la misma. De esta situación tienen conocimiento diferentes funcionarios del Estado, pues el problema creado no es nuevo. Y no se ha encontrado una solución al respecto hasta ahora.
Ante la necesidad y la importancia que tiene la utilización del agua, como elemento primordial, en todas las viviendas en cualquier parte del mundo, se vuelve extremadamente necesario la solución de esta situación discordante por parte de las autoridades gubernamentales.
La negativa específica de estos vecinos a sellar la cisterna ha traído como consecuencia el impedimento de su actividad para el uso colectivo de la misma. En la forma que se usa hoy por hoy resulta de poca usanza, ya que no está higiénicamente acondicionada para el factor humano.
 Al encontrarse destapada ofrece la posibilidad de que indolentemente introduzcan cualquier objeto para extraer agua, sin las condiciones higiénicas previas que se necesitan, sirviendo de lugar de juegos a niños y jóvenes, y otro tipo de actividades que no se corresponden con esta diligencia. Al no estar tapada, en un país tropical como este brinda condiciones para el engendro de vectores, que tanto daño hace al hombre en materias de epidemia,  volviendo en inadmisible su manejo.
Sin la participación de las autoridades competentes este caso no podrá resolverse y los principales afectados no tendrán oportunidad de determinar por sí solos sobre el tema. Faltaría la voluntad gubernamental para solucionarlo.
Este tipo de escenario social no es el único en el país, pero debido a que la herramienta principal que puede solucionar esta situación se encuentra en la decisión de las autoridades, bien vale la pena la exposición de esta denuncia. Un arbitraje judicial podría disponer que el sello de la cisterna fuera impuesto, solucionando este conflicto residencial.
Lázaro Oscar Fernández Lavastida, como residente de esta comunidad se ha esforzado en la solución de este conflicto, de una forma meticulosa, sin embargo, al igual que otros no ha encontrado éxito. Las molestias causadas al resto de la comunidad siguen en erosión y avance. ¿Quién tendrá la última palabra para la solución de esta discrepancia social?
(todo @ � i m � � lejos, nunca acercándose a la mesa, posición que no se observa así en otros centros turísticos, conglomerados y complejos como este, ni en ningún otra parte, tan siquiera en ofertas de servicios en moneda nacional, donde el nivel cultural de los dependientes es mucho más bajo) con mímica, que todavía no estaba.
Pero en una forma que demostraba chusmería y marginalidad sin ningún tipo de vergüenza en su cara, como una persona que quiere dar a demostrar que es amigote de los clientes y que quiere hacer oídos sordos, pidiéndote que no le molesten más.
En otras ocasiones otras personas de la  mesa le preguntaban por el servicio que faltaba, ante la demora sin solución que se había presentado y él respondía desde lejos que todavía, pero en este caso, cuando se para en la puerta de la cocina, la que le pregunta es la redacta esta denuncia y me responde por señas que me esperara, con una confianza sin precedentes, con gestos que dada a entender que al parecer yo debía de hacerme idea de que él me conocía del solar de ¨La California¨.
Inmediatamente, sin temor de ningún tipo me dispuse a ir hasta donde él se encontraba, para preguntarle si el complejo turístico era de su propiedad privada o una empresa del Estado cubano. Pero las personas del grupo donde yo me encontraba no quisieron que eso sucediera. Por tanto me quedé en mi lugar, muy dolidamente, pues no entendía el porqué ese tipo de situación había que soportarla, provocando la total libertad de que ocurriera nuevamente con otra persona, pues indudablemente  causaba impunidad. No obstante, me quedé en mi lugar y jamás se le reclamó por aquel hecho.
Cuando victoriosamente estuvo listo el plato del pollo, (pues hay que mirarlo de esa forma, no he visto en otros establecimientos en divisa una demora semejante, estando provistos de recursos superiores a los de un ciudadano común) se le vió dirigirse hacia otra mesa, que originalmente a la hora de  entrada de la instalación no tenía más de seis personas, y que con el transcurso del día habían aumentado en número. Y ya su pedido de solicitud del plato era de doce.
En virtud de que en más de una ocasión se le preguntó si ya estaba listo el plato, es de suponer que atendería el primer pedido y no el último. Incluso el pedido del plato del pollo para la primera mesa era solo de dos comensales, pudiendo haber intercalado los dos platos, si acaso estuviera muriendo por servir a la otra mesa.
Nadie cuestionó sus motivos para esa preferencia en ese momento, simplemente se le reclamó el servicio de los únicos dos platos que faltaban.
Al pasar a una distancia corta, a no más de cuatro metros con precisión, en su trayecto de servir los doce platos a la otra mesa, (haciendo oídos sordos al largo tiempo de espera y reclamación de la mesa anterior), la que redacta este escrito aprovechó para recordarle que la estancia en este tipo de instalación no es gratuita, inclusive es una de las más caras dentro del municipio, pero tampoco se consiguió atención de su parte. Continuó su camino, de una manera sorprendente, para este tipo de trabajo en este tipo de lugar.
A tal grado llegó su indiferencia, que los ciudadanos americanos no entendieron su proceder, a pesar de que hasta el momento no habían presentado queja alguna formal, el de origen cubano( que es el que podía comunicarse en español) le reclamó de lejos.
 A sus reclamos este empleado se molestó y se acercó entonces gritándole de una manera intimidatoria  ¨…que no le alzara la voz ¨, a pesar de que los llamados que se le hacían todos eran larga distancia, pues él no se acercaba mientras demoró la confección del plato del pollo ni durante su servicio a la mesa próxima.
La violencia que engendró en su empeño en intimidar provocó la intervención del grupo familiar de una forma tumultuaria, no llegando a la agresión por obra y gracia de la vida, pues estuvo muy cerca, con la consecuente realidad que hubiese sido la denuncia diplomática de la agresión hacia un ciudadano de otro país.
Realmente no ocurrió porque vale la pena destacar la actitud asumida  por otros trabajadores del local y de la familia del muchacho, que enseguida se interpuso como escudo, entre el mismo y el gastronómico.
De los trabajadores que intervinieron no se tiene la más mínima queja, pues en todo momento la persona que al parecer poseía más rango trató de llamar al orden y la paz de una manera profesional, que difiere en extremo del dependiente, ya que no hay excusa ni razón para agredir a un turista de esa manera, ignorando sobre todo las leyes del mercado turístico en cuanto a que ¨EL CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN.¨ 
El trabajador tuvo posibilidad en todo momento de disfrazar cualquier incapacidad laboral de su parte o del resto de su colectivo o de cualquier otra cosa afín a su contenido de trabajo. Inclusive hasta de los mismos clientes si se hubiera dado el caso.
Este dependiente evidentemente no tiene la capacidad mental que se requiere, ni el nivel cultural que se supone deba exigirse para cualquier tipo de eventualidad que pueda presentarse en un momento dado, en circunstancias diferentes, a pesar de que no se ve un trabajador novato, recién graduado, donde tendría mucho que aprender. Su edad puede oscilar muy bien en los cuarenta años, donde debe de estar preparado para lidiar con cualquier circunstancia de trabajo, ya sea suya o ajena.
Estos hechos están siendo denunciados en este momento con publicidad mundial, con el objetivo de que otras personas no pasen  por lo mismo, sino se tomaran medidas administrativas con el mismo.

Denuncia social



¨Maltrato al cliente en la marina Hemingway¨
La marina naútica cubana Ernest Hemingway se encuentra situada en la zona residencial del municipio capitalino de Playa, en Ciudad de la Habana. Debido a su gran infraestructura recreativa y sus precios en moneda convertible, es lógico suponer que el trato del servicio hacia los clientes será siempre el mejor por parte de los empleados, ya que entre las estrategias administrativas operativas del complejo debe encontrarse de manera  obligatoria el proyecto constante de  generación de divisas, con el objeto de seguirse perpetuando como empresa. Sin embargo, todo lo que parece no es.
El pasado 12 de mayo, un ciudadano americano de origen cubano, su familia, personas allegadas y otro viajero americano visitaron la localidad del complejo conocida como ¨El Papa´s¨. Todos los servicios solicitados pudieron  tomarse sin problemas, hasta que llegó el momento de solicitar el servicio gastronómico.
El trabajador gastronómico que le correspondió trabajar ese día, (hombre blanco de alrededor de unos 40 años) fue llamado por este grupo familiar de 11.am a 11.10am aproximadamente, con el objetivo de conocer lo que se podría consumir del servicio de tikets que se expiden para la ingerencia de comida en el lugar. El señor explicó que los platos a ofertar estaban listos para servir a ecepción del plato que contenía el pollo. Por tanto, la persona que estaba haciendo los pagos en divisa le preguntó personalmente la hora en que saldría dicho plato, (existen otras personas que pueden corroborarlo). A lo que el gastronómico respondió que en hora y media. Hay que tener en cuenta que se realizó esa pregunta de 11.00am a 11. 10am de la mañana. En ese período de tiempo. Porque fue a la hora que se realizó una llamada por teléfono, desde un teléfono móvil a otro, donde se precisa siempre a la hora en que se producen las llamadas. Por eso es que se puede dar referencia de la hora en que se le preguntó al dependiente.
Teniendo en cuenta que cubanamente la expresión de que ¨algo se demora¨ en cuestiones de servicios puede oler a que se desconoce el tiempo real en que demorará un servicio determinado, (a excepción de los dos ciudadanos americanos) el resto del grupo consumió los platos que estaban listos, sospechando que el que contenía el pollo sería una odisea el poderlo consumir.
No en todos los lugares todos los trabajadores son profesionales. Los hay técnicos muy buenos, en los servicios también muy excelentes, pero no siempre con el nivel de conocimiento y de pertenencia que se necesita para un servicio óptimo. En un país subdesarrollado la excelencia contribuye de manera total frente a la carencia material, de una  manera demostrada como ley imperativa del mercado.
Hora y media se esperó y aún no se servían los platos que faltaban porque el dependiente explicaba desde lejos que no estaban listos. Cada cierto tiempo se le preguntaba. El dependiente desconociendo la ética de su trabajo y su contenido en un lugar turístico de alta promoción digital y de generación de divisas no se acercó nunca a la mesa para ofrecer una excusa cosmética y de tratamiento a clientes en un ambiente como ese, aún que fuera cierto que no se encontraba listo el plato por más de una razón laboral. LA AMABILIDAD EN EL TRATO GASTRONÓMICO PUEDE EN UN MOMENTO DADO SUPLIR UNA INCOMPETENCIA LABORAL CUALQUIERA QUE SE PUEDA TENER EN UN MOMENTO DADO, SI LA PERSONA TIENE EL CARISMA QUE SE EXIGE EN DETERMINADOS PUESTOS DE TRABAJO PARA LOGRAR EL ÉXITO DE UNA EMPRESA, SEA PROPIA O NO.
Alrededor de las 2.50pm la persona que realiza este escrito le preguntó desde lejos, a una distancia de más de seis metros con precisión, porque es la distancia que existe entre la sombrilla playera y la puerta de la cocina donde él se encontraba, si ya estaban listos los platos, porque era inconcebible que con el tipo de llama o carbón que se usa para la cocina industrial no estuviera terminado todavía. El dependiente contestó (todo el tiempo desde lejos, nunca acercándose a la mesa, posición que no se observa así en otros centros turísticos, conglomerados y complejos como este, ni en ningún otra parte, tan siquiera en ofertas de servicios en moneda nacional, donde el nivel cultural de los dependientes es mucho más bajo) con mímica, que todavía no estaba.
Pero en una forma que demostraba chusmería y marginalidad sin ningún tipo de vergüenza en su cara, como una persona que quiere dar a demostrar que es amigote de los clientes y que quiere hacer oídos sordos, pidiéndote que no le molesten más.
En otras ocasiones otras personas de la  mesa le preguntaban por el servicio que faltaba, ante la demora sin solución que se había presentado y él respondía desde lejos que todavía, pero en este caso, cuando se para en la puerta de la cocina, la que le pregunta es la redacta esta denuncia y me responde por señas que me esperara, con una confianza sin precedentes, con gestos que dada a entender que al parecer yo debía de hacerme idea de que él me conocía del solar de ¨La California¨.
Inmediatamente, sin temor de ningún tipo me dispuse a ir hasta donde él se encontraba, para preguntarle si el complejo turístico era de su propiedad privada o una empresa del Estado cubano. Pero las personas del grupo donde yo me encontraba no quisieron que eso sucediera. Por tanto me quedé en mi lugar, muy dolidamente, pues no entendía el porqué ese tipo de situación había que soportarla, provocando la total libertad de que ocurriera nuevamente con otra persona, pues indudablemente  causaba impunidad. No obstante, me quedé en mi lugar y jamás se le reclamó por aquel hecho.
Cuando victoriosamente estuvo listo el plato del pollo, (pues hay que mirarlo de esa forma, no he visto en otros establecimientos en divisa una demora semejante, estando provistos de recursos superiores a los de un ciudadano común) se le vió dirigirse hacia otra mesa, que originalmente a la hora de  entrada de la instalación no tenía más de seis personas, y que con el transcurso del día habían aumentado en número. Y ya su pedido de solicitud del plato era de doce.
En virtud de que en más de una ocasión se le preguntó si ya estaba listo el plato, es de suponer que atendería el primer pedido y no el último. Incluso el pedido del plato del pollo para la primera mesa era solo de dos comensales, pudiendo haber intercalado los dos platos, si acaso estuviera muriendo por servir a la otra mesa.
Nadie cuestionó sus motivos para esa preferencia en ese momento, simplemente se le reclamó el servicio de los únicos dos platos que faltaban.
Al pasar a una distancia corta, a no más de cuatro metros con precisión, en su trayecto de servir los doce platos a la otra mesa, (haciendo oídos sordos al largo tiempo de espera y reclamación de la mesa anterior), la que redacta este escrito aprovechó para recordarle que la estancia en este tipo de instalación no es gratuita, inclusive es una de las más caras dentro del municipio, pero tampoco se consiguió atención de su parte. Continuó su camino, de una manera sorprendente, para este tipo de trabajo en este tipo de lugar.
A tal grado llegó su indiferencia, que los ciudadanos americanos no entendieron su proceder, a pesar de que hasta el momento no habían presentado queja alguna formal, el de origen cubano( que es el que podía comunicarse en español) le reclamó de lejos.
 A sus reclamos este empleado se molestó y se acercó entonces gritándole de una manera intimidatoria  ¨…que no le alzara la voz ¨, a pesar de que los llamados que se le hacían todos eran larga distancia, pues él no se acercaba mientras demoró la confección del plato del pollo ni durante su servicio a la mesa próxima.
La violencia que engendró en su empeño en intimidar provocó la intervención del grupo familiar de una forma tumultuaria, no llegando a la agresión por obra y gracia de la vida, pues estuvo muy cerca, con la consecuente realidad que hubiese sido la denuncia diplomática de la agresión hacia un ciudadano de otro país.
Realmente no ocurrió porque vale la pena destacar la actitud asumida  por otros trabajadores del local y de la familia del muchacho, que enseguida se interpuso como escudo, entre el mismo y el gastronómico.
De los trabajadores que intervinieron no se tiene la más mínima queja, pues en todo momento la persona que al parecer poseía más rango trató de llamar al orden y la paz de una manera profesional, que difiere en extremo del dependiente, ya que no hay excusa ni razón para agredir a un turista de esa manera, ignorando sobre todo las leyes del mercado turístico en cuanto a que ¨EL CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN.¨ 
El trabajador tuvo posibilidad en todo momento de disfrazar cualquier incapacidad laboral de su parte o del resto de su colectivo o de cualquier otra cosa afín a su contenido de trabajo. Inclusive hasta de los mismos clientes si se hubiera dado el caso.
Este dependiente evidentemente no tiene la capacidad mental que se requiere, ni el nivel cultural que se supone deba exigirse para cualquier tipo de eventualidad que pueda presentarse en un momento dado, en circunstancias diferentes, a pesar de que no se ve un trabajador novato, recién graduado, donde tendría mucho que aprender. Su edad puede oscilar muy bien en los cuarenta años, donde debe de estar preparado para lidiar con cualquier circunstancia de trabajo, ya sea suya o ajena.
Estos hechos están siendo denunciados en este momento con publicidad mundial, con el objetivo de que otras personas no pasen  por lo mismo, sino se tomaran medidas administrativas con el mismo.