La
Literatura en Cuba ¿al ritmo del mundo?
Para
los que están fuera del mundo de las letras en Cuba, tal vez
desconozcan que todas las obras literarias en la práctica carecen de
valor comercial si no poseen la numeración ISBN, que rige a nivel
mundial. En la mayoría de los países esta numeración se obtiene en
las agencias nacionales y locales, por un valor mínimo de dinero.
Como por ejemplo en Panamá, cuyo valor económico es de cinco
dólares. Otros como Canadá
que lo ofrecen gratis.
Sin
embargo, en Cuba, aunque un autor posea el dinero para comprarlo, por
disposición gubernamental su venta se encuentra condicionada a la
pertenencia del mismo a las editoras del Estado. O sea, que despoja
del derecho a la compra a cualquier autor independiente de la
posibilidad de personalizar su obra comercialmente.
Por
fortuna, desde el punto de vista internacional existen otras
posibilidades con respecto a este tema, tanto para autores
consagrados, como para autores indies o independientes. Y esto hace
que el control dictatorial, con mano de hierro, escape a esta
situación.
Aunque
otro tema que afectaría a los autores cubanos independientes es la
paga de su trabajo. Porque en la actualidad, tiendas digitales como
Amazon no realizan transferencias bancarias a todos los países.
Esta
situación de prohibición de venta de la numeración requerida
constituye una afectación a los derechos humanos de las personas
autoras, ya que la pretensión
de obligar a los autores a sumarse a la política oficial destinada
para esto, es una forma de restringir la conciencia ciudadana. Y una
avasalladora forma de política social.
Como
dirían los antiguos abuelos “ estos bueyes tenemos y con estos
tenemos que arar”.
No obstante, otros sistemas pueden suplir la falta de este. Y
compañías digitales entregan esta numeración gratis para cualquier
autor que lo desee, con el perjuicio de que nunca será el autor el
editor de su obra. De todas maneras, existen webs que lo entregan
gratis también, pero el autor tendrá que validarlo por sí mismo.
Pese
a que por fortuna en otras sociedades no es necesaria una obligación
de afiliamiento a la política oficial para comprar la numeración
aludida, cualquier autor cubano o no, reconocido o no, podrá salir
adelante con su empeño en agencias locales de estos países.
Y
Cuba seguirá perdiendo como siempre, con sus políticas de “manos
de hierro” contra sus ciudadanos, la oportunidad de recoger todo
tipo de cosecha literaria de sus hijos como nación. Si muchos optan
por validar y publicar su obra en el extranjero, es porque
sencillamente se ven obligados. La política oficial para estos
menesteres no les dejan margen para otra posibilidad. Los empujan al
restringirles estos derechos de una forma dictatorial, obligándolos
a ser conocidos fuera de su patria, aunque después gracias a la
tecnología de alcance mundial puedan conocerse en ella. Pero debiera
ser al contrario, porque no se le puede tratar a un ciudadano como si
se le hubiese parido. Y esto es lo que ocurre en Cuba.