¨Criminalizando
a la Crítica Social en Cuba¨
El martes 24 de marzo de este
2020, el artículo ¨La Fábula de la Silla Voladora¨, publicada en el diario
oficial del país, por Ernesto Estévez Rams, criminaliza y denuncia lo que a su
parecer es el ejercicio de la crítica social en Cuba.
A su juicio, los ciudadanos
cubanos y extranjeros, que critican el proceder estatal, en cuanto a su
desempeño como gestor de políticas sociales, lo hacen a partir del
desconocimiento de la metodología para esas gestiones. O sea que centraliza, en
el poder del aparato oficial, la posibilidad de generación de ideas y planes
que califican para la gestión social. Fiscalizando la posibilidad privada e
independiente del derecho ciudadano.
Las opiniones publicadas en los
diferentes medios digitales, en estos días, acerca de la gestión gubernamental,
en su lucha por la erradicación del Covid-19 en la sociedad, ha sido el motivo
de este informe desaprobador, en cuanto a la decisión individual independiente
de concebir críticas públicas.
Como forma de expresión
independiente, la digitalización global permite opciones, como son: la
denuncia, la opinión, el marketing y otras más, que son aprovechadas por los
individuos de cualquier país, para su desarrollo individual. En Cuba, las
opciones tradicionales de comunicación masiva, son propiedad del Estado y controladas
por la oficialidad.
Haciendo uso de la opción
estatal, este articulista declara y cuestiona, que ¨una nueva fuente de
servicio¨ ha surgido en el país, como consecuencia del surgimiento de las redes
sociales a nivel mundial, satanizando con ello el surgimiento de ellas. Esa figura,
para él es la del ¨experto en manejo de crisis¨. Y afirma de la misma forma, que
¨las oficinas¨ de las personas que expresan su opinión ciudadana son ¨las redes¨.
En franco detrimento moral, para toda persona que lo haga.
Pero aún más, totalitariza estas
opiniones. Criminalizando a quién haga uso a su derecho de opinar, acerca del
destino que debe tomar el manejo de las riendas de su país. Va restando
importancia en su columna, a medida que avanza en su disertación, sobre las
diferentes opiniones individuales que fueron publicadas sobre el tema. Y
delibera, olvidando que el derecho a cuestionar no es un aguinaldo, ni una subvención.
Su planteamiento sobre las
opiniones expresadas, de que todas ¨son iguales¨, es poco razonable, y poco
ético. Es definitivamente una gran mentira. Lo que ocurre es que esas opiniones
difieren del criterio político oficial. Se atrevieron a cuestionar las
gestiones gubernamentales. Algo impensable, décadas atrás.
Como consecuencia del
desarrollo social, hoy se ejecutan críticas libremente, de forma independiente,
no necesitando el permiso oficial de nadie para hacerlo. Y expresan realmente
su criterio, sin que la censura pueda maniatarlos.
En la disertación realizada,
se asegura que ¨las soluciones propuestas¨ por los individuos que criticaron la
metodología gubernamental, fueron puntos de vistas que ¨aprendieron en Facebook
y Google en 5 minutos¨… ¨ porque nunca han dirigido ni en su casa¨.
De forma mediocre, generaliza
así a todas las propuestas realizadas sobre el tema en cuestión y diseña una
especie de guerra contra la crítica social, a la que invita a otros a no
permitir que se ejecuten.
Si usted no opina a favor de
la corriente oficial, en algún tema, usted corre el riesgo de ¨haber aprendido
su punto de vista en Facebook y Google en 5 minutos¨ y no en 60 años de proceso
social. Que es casi toda una vida, donde recomienzan otras generaciones en la
misma situación.
Sin embargo, este autor no
menciona, que este accionar de los ciudadanos cubanos y otros, no es un
fenómeno propio de Cuba. Por citar un ejemplo, la Radio Nacional de Puerto
Rico, se ha hecho eco más de una vez, de las denuncias realizadas por
ciudadanos libaneses en las redes sociales, por causas semejantes.
El gobierno del Líbano ha sido
acusado constantemente por manifestantes antigubernamentales, que utilizan WhatsApp
y otras redes.
Los activistas recurren a las
plataformas de redes sociales para transmitir su mensaje, e inclusive
transmiten en vivo las protestas en Twitter y destacan el abuso policial en
Instagram. El ciberespacio es también el nuevo campo de batalla para estos manifestantes.
Ya que en las Redes es posible hacer público cualquier cosa. Es un tipo de
denuncia efectiva, porque recorre el mundo, sin tener obstáculo físico. Y eso
sí es imposible de evitar para los gobiernos de hoy en día. Donde la internet
es un reclamo, no un favor.
El cineasta libanés Rabih
El-Amine, un individuo ejemplo, víctima de las represiones que se ejecutan en
estas áreas sociales, hizo una crítica digital hacia la política bancaria en su
país, que le provocó su necesaria huida a Europa, donde fue contactado por la
Radio de Puerto Rico, a través de WhatsApp.
Puede concluirse entonces, que
las opiniones continuarán en el mundo entero y cada día que pasa con menos
miedo que en el pasado. No es algo que sucede estrictamente en Cuba, y mucho
menos como una actividad que se pretenda criminalizar, como lo proyecta este
autor.
No existe justificación para
la fustigación de un derecho, que no constituye de por sí una limosna. Cuando este
autor expresa que: ¨ esas opiniones socaban la confianza de quienes tienen sobre
sí mismo la responsabilidad¨, es un indicativo de que la posición laboral de
alguien en el sector estatal, representa una obligación para con su pueblo, no
una prebenda para aprovecharse de ella.