viernes, 27 de marzo de 2020

¨Criminalizando a la Crítica Social en Cuba¨



¨Criminalizando a la Crítica Social en Cuba¨


El martes 24 de marzo de este 2020, el artículo ¨La Fábula de la Silla Voladora¨, publicada en el diario oficial del país, por Ernesto Estévez Rams, criminaliza y denuncia lo que a su parecer es el ejercicio de la crítica social en Cuba.
A su juicio, los ciudadanos cubanos y extranjeros, que critican el proceder estatal, en cuanto a su desempeño como gestor de políticas sociales, lo hacen a partir del desconocimiento de la metodología para esas gestiones. O sea que centraliza, en el poder del aparato oficial, la posibilidad de generación de ideas y planes que califican para la gestión social. Fiscalizando la posibilidad privada e independiente del derecho ciudadano.
Las opiniones publicadas en los diferentes medios digitales, en estos días, acerca de la gestión gubernamental, en su lucha por la erradicación del Covid-19 en la sociedad, ha sido el motivo de este informe desaprobador, en cuanto a la decisión individual independiente de concebir críticas públicas.
Como forma de expresión independiente, la digitalización global permite opciones, como son: la denuncia, la opinión, el marketing y otras más, que son aprovechadas por los individuos de cualquier país, para su desarrollo individual. En Cuba, las opciones tradicionales de comunicación masiva, son propiedad del Estado y controladas por la oficialidad.
Haciendo uso de la opción estatal, este articulista declara y cuestiona, que ¨una nueva fuente de servicio¨ ha surgido en el país, como consecuencia del surgimiento de las redes sociales a nivel mundial, satanizando con ello el surgimiento de ellas. Esa figura, para él es la del ¨experto en manejo de crisis¨. Y afirma de la misma forma, que ¨las oficinas¨ de las personas que expresan su opinión ciudadana son ¨las redes¨. En franco detrimento moral, para toda persona que lo haga.
Pero aún más, totalitariza estas opiniones. Criminalizando a quién haga uso a su derecho de opinar, acerca del destino que debe tomar el manejo de las riendas de su país. Va restando importancia en su columna, a medida que avanza en su disertación, sobre las diferentes opiniones individuales que fueron publicadas sobre el tema. Y delibera, olvidando que el derecho a cuestionar no es un aguinaldo, ni una subvención.
Su planteamiento sobre las opiniones expresadas, de que todas ¨son iguales¨, es poco razonable, y poco ético. Es definitivamente una gran mentira. Lo que ocurre es que esas opiniones difieren del criterio político oficial. Se atrevieron a cuestionar las gestiones gubernamentales. Algo impensable, décadas atrás.
Como consecuencia del desarrollo social, hoy se ejecutan críticas libremente, de forma independiente, no necesitando el permiso oficial de nadie para hacerlo. Y expresan realmente su criterio, sin que la censura pueda maniatarlos.
En la disertación realizada, se asegura que ¨las soluciones propuestas¨ por los individuos que criticaron la metodología gubernamental, fueron puntos de vistas que ¨aprendieron en Facebook y Google en 5 minutos¨… ¨ porque nunca han dirigido ni en su casa¨.
De forma mediocre, generaliza así a todas las propuestas realizadas sobre el tema en cuestión y diseña una especie de guerra contra la crítica social, a la que invita a otros a no permitir que se ejecuten.
Si usted no opina a favor de la corriente oficial, en algún tema, usted corre el riesgo de ¨haber aprendido su punto de vista en Facebook y Google en 5 minutos¨ y no en 60 años de proceso social. Que es casi toda una vida, donde recomienzan otras generaciones en la misma situación.
Sin embargo, este autor no menciona, que este accionar de los ciudadanos cubanos y otros, no es un fenómeno propio de Cuba. Por citar un ejemplo, la Radio Nacional de Puerto Rico, se ha hecho eco más de una vez, de las denuncias realizadas por ciudadanos libaneses en las redes sociales, por causas semejantes.
El gobierno del Líbano ha sido acusado constantemente por manifestantes antigubernamentales, que utilizan WhatsApp y otras redes.
Los activistas recurren a las plataformas de redes sociales para transmitir su mensaje, e inclusive transmiten en vivo las protestas en Twitter y destacan el abuso policial en Instagram. El ciberespacio es también el nuevo campo de batalla para estos manifestantes. Ya que en las Redes es posible hacer público cualquier cosa. Es un tipo de denuncia efectiva, porque recorre el mundo, sin tener obstáculo físico. Y eso sí es imposible de evitar para los gobiernos de hoy en día. Donde la internet es un reclamo, no un favor.
El cineasta libanés Rabih El-Amine, un individuo ejemplo, víctima de las represiones que se ejecutan en estas áreas sociales, hizo una crítica digital hacia la política bancaria en su país, que le provocó su necesaria huida a Europa, donde fue contactado por la Radio de Puerto Rico, a través de WhatsApp.
Puede concluirse entonces, que las opiniones continuarán en el mundo entero y cada día que pasa con menos miedo que en el pasado. No es algo que sucede estrictamente en Cuba, y mucho menos como una actividad que se pretenda criminalizar, como lo proyecta este autor.
No existe justificación para la fustigación de un derecho, que no constituye de por sí una limosna. Cuando este autor expresa que: ¨ esas opiniones socaban la confianza de quienes tienen sobre sí mismo la responsabilidad¨, es un indicativo de que la posición laboral de alguien en el sector estatal, representa una obligación para con su pueblo, no una prebenda para aprovecharse de ella.

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