martes, 18 de agosto de 2015



“Disidencia social : una opción del cristianismo”


La disidencia social dentro del movimiento clerical en todos los tiempos del hombre se sustenta como una disidencia por amor. Una disidencia amorosa, por amor a su pueblo, a su prójimo, a la congregación nacional… una inconformidad ante los problemas apremiantes.
No se concibe un proceso benéfico general edificante, como un proyecto nacional, sin una pluridad de voces como alternativa social de fuerza de choque.   Cuando una revolución se empeña en no tener una oposición, pude considerarse que lo que queda es represión.  La imposición de conciencias es una consecuencia y la radicalización de las posturas oficiales originan el levantamiento muchas veces de las religiones.
Como ejemplos evidentes en la vida cubana actual se pueden citar al párroco José Conrado y al Pastor Manuel Alberto Morejón. Ambos se erigen paradigmas  jesucrísticos. Ambos se levantan ante el abuso, la arbitrariedad y la injusticia oficial en muchas áreas de la sociedad. Ellos se esfuerzan en mostrar el rostro de Dios con coraje y valentía, y por convicción combaten por ese legado.
Esta disidencia cristiana no es algo nuevo. Martin Luther King marcó una pauta en la era moderna y contemporánea. Voces teológicas se enaltecen y declaran la legalidad hipócrita y demagoga cuando no se observa vialidad a un proyecto nacional.
 Consagrados a su ministerio como lo ha sido Ernesto Cardenal en Nicaragua, teorizan que disidencia social es poder decir la verdad ante una deformación de la filosofía oficial cuando esta afecta el desenvolvimiento del bienestar natural y nativo del propio país.
Países como Cuba o China exponen este tipo de disidencia como una interpretación de amenaza al gobierno dominante. La imposición gubernamental de perpetuarse en el sistema político de poder escogido, no tolera la desconformidad pública de estos líderes. Y el arresto de Pastores y Ministros protestantes evidencia en Cuba esta situación contemporánea. En China el acoso y la detención sistemática a los monjes tibetanos no es diferente en cuanto a esta cuestión. La arbitrariedad, la injusticia y el abuso conforman también el espectro social. 
Exponer a estos guías como enemigos de la verdad y la ortodoxia, acusándoles de ser la causa de todos los males de la sociedad carece de sentido cuando tantos proyectos políticos prometidos fracasaron. Y el discurso apologético continúa  sin resolver el desarrollo del país después de cincuenta años …
La consagración cristiana evalúa el orden de las cosas en un acto de lealtad religiosa a la sociedad civil, siendo consecuente con el modelo disidente de Jesús, que se opuso al poder oficial de la  época, negándose a convivir con la mentira, la farsa y la apariencia. La elección jesucrística siempre fue con el pueblo y para el pueblo. Su oposición a fomentar la intolerancia social fue algo que instruyó firmemente y dejó como legado. En consecuencia, otros líderes religiosos como los Rabinos Liberales enunciaron posteriormente la repulsa a la intransigencia y la obcecación al prójimo de una manera sólida y concreta.
Jesucrísticamente la libertad de palabra concedida al hombre hace perder el miedo a cualquier cristiano. Cuestionar la posición social de un líder religioso, presentándolo  como ¨subversivo y mercenario¨ carece de credibilidad internacional y pública, porque sus pronunciamientos en defensa de los derechos humanos en su propio país y en sus congregaciones se justifican que son válidos. Aunque definitivamente los gobiernos impuestos por el hombre jamás tendrán poder ante la religión.




  

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