¨El Decreto que regula ahora la política
cultural en Cuba: 349¨
Como consecuencia de la actualización del mundo digital y su
posibilitad absoluta de interactuar con él de muchas maneras, el pueblo cubano
ya se comunica con todo lo que entienda, sin necesidad de solicitar el sagrado
permiso Estatal para todo. Esta es la razón por la cual más de una opinión y más
de una denuncia fue circulada en internet, relacionadas con el controvertido
Decreto 349, que regula ahora la política cultural cubana y la labor de la
totalidad de sus exponentes.
Este Decreto fue hecho público a la ciudadanía cubana a través
de la Gaceta Oficial de La República No. 35, desde el martes 10 de julio del
presente año. Una vez transmitido por este medio, las opiniones, protestas y
denuncias no se han detenido, por parte de los protagonistas afectados por este
Decreto, que son los trabajadores que no son oficialistas. No tener un pensamiento
oficialista en Cuba puede acarrear diferentes consecuencias que perjudican
socialmente a un individuo, en más de una esfera de la vida. Y el trabajo y el
desempeño laboral de una persona es importante en cualquier parte del mundo. En
Cuba se reviste de importancia por sus características especiales.
Hoy, el 30 de noviembre, cuatro meses después de la difusión
de dicho Decreto, el diario oficial Granma, Órgano del único Partido legal, detalla
un rendimiento de cuenta a través de una entrevista realizada a Alina Estévez,
Directora de Recursos Humanos del Ministerio de Cultura de Cuba.
En la misma, Estévez ofrece el punto de vista gubernamental
sobre el contenido del mismo, reconociendo la oposición, la resistencia y el
enfrentamiento que ha suscitado esta nueva Ley. Sin embargo, justifica que la
gestación de esta herramienta legal se encuentra en la exposición de múltiples
quejas de la formación artística oficial institucionalizada.
El Decreto 349 fue presentado en la Gaceta Oficial como una
legislación del Consejo de Ministros, con el objeto de controlar la política
cultural, así como la prestación de los servicios artísticos y su
comercialización. En él se condena, en su capítulo I, artículo 2,1 (e) a todo
ciudadano cubano, que preste u ofrezca actividades comerciales artísticas, sin
estar autorizados por alguna Agencia Estatal. La comercialización de los
productos artísticos independientes o libres sin la fiscalización gubernamental
quedará expuesto como delito a partir de la fecha de la puesta en vigor del
controvertido Decreto.
De la misma forma, a través de su Capítulo 4.1 (b), se impide
que se establezcan espacios de comercialización para las artes plásticas, obligando
a los creadores a inscribirse en el Registro del Creador de las Artes Plásticas
y Aplicadas. Y llega a sancionar incluso a la persona que contrate cualquier tipo
de servicio sin que se establezca el mencionado Contrato de rigor establecido.
Para la comercialización de libros también se despliegan
regulaciones, expuestas a la opinión del gremio comunista de la nación, en
cuanto a la antiestética y cultura se refiere, excluyendo la opinión de quienes
opinan diferente. Cuando en realidad, a nivel mundial las formaciones
comunistas son minoritarias.
Para tener la oportunidad de aclarar o justificar la
imposición de que todo artista cubano, profesional o aficionado autodidacta
debe de estar controlado por las Agencias del Estado, como si lo necesitaran de
forma imprescindible para vivir, Alina Estévez explica que a través de sus
organizaciones, los artistas institucionalizados han demandado que medidas como
estas sean tomadas. Un ejemplo que muestra Estévez, en que cita un análisis
realizado a un espectáculo, donde se consideró un uso inadecuado de la bandera
cubana, constituye en realidad una politización de esa puesta en escena. Continuar
dominando con mano de hierro a la población del país es el verdadero objetivo,
aunque se pretenda hacer con un ropaje de piel de cordero.
De la forma en que se desarrolla esta exposición en esta
entrevista puede observarse que esta subalterna enfoca un criterio de manera
victimista. Donde da a entender que la víctima es el Gobierno cubano, pues
según palabras este Decreto fue ideado y creado para proteger a los escritores
y artistas, oficialistas o no. Lo que no esperaron quienes lo crearon y dieron
luz verde a él fue la respuesta y el encaro que ha presentado posteriormente.
Las circunstancias en Cuba de hace 60 años atrás no son las
actuales, donde una persona puede hacer una denuncia sin tener que solicitar
una autorización o un permiso al
dictatorial Estado. Hoy día se tiene la oportunidad de opinar, de disentir y de
expresar sin miedo y con total libertad lo que el individuo piensa. De cierta
manera, a internet le decimos: gracias... Ya sea porque puede observarse el
ejemplo de otros países y democracias y ya sea porque permite publicar y
divulgar los acontecimientos cubanos que se pretenden ocultar, etcétera.
La oportunidad de la discusión y de las propuestas para los
cambios necesarios indudablemente retiran el velo impuesto y conducen a reflexionar
que: expresar a través de un funcionario que ¨se producen violaciones
arbitrarias a la política cultural del país y que con este Decreto se detiene
la oleada globalizadora y sus imitaciones nacionales¨ es pretender justificar lo
increíble que en todo caso se convierte en un empuje violento de las políticas
sociales.
Pero todavía más… Estévez revela que… ¨El Decreto 349 no se
refiere a la creación artística ni a sus contenidos, él está llamado a operar
sobre la circulación, no sobre la producción de la obra¨. Ya que sin ninguna
pena expresa esto, valdría el momento para preguntarle: Sra. Estévez, ¿qué
autor crea una obra para no venderla o publicarla? ¿Una Ley Artística y
Literaria no puede ser debatida por los trabajadores que viven de ella? ¿Es una
obligación estar de acuerdo en todo? ¿Constituye un pecado protestar?
Las obras que se
conciben en una forma artística o en otra, están de hecho forjadas para ser
evaluadas y comercializadas. Puede decirse que este Decreto exhibe sin lugar a
dudas, que más que controlar el hecho artístico en sí, controla la politización
del arte cubano. Formular esta expresión, como apología, representa la
confirmada desilusión que van sufrir todo intérprete o literato en Cuba que no
desee formar parte de las Instituciones comunistas.
El argumento desplegado de que… ¨la creación artística y
literaria cubana comprometida con el Proyecto Social es la premisa fundamental
de esta necesaria regulación¨, demuestra en realidad la oposición del régimen al
derecho de cuestionamiento que tienen sus ciudadanos, como bien se desacredita en
el mencionado artículo, el derecho de querella a la relación impuesta entre los
artistas y las Instituciones.
También el verdadero sentido legal de este Decreto se revela
cuando es manifestado que…¨no se va a permitir que sea el mercado y las
tendencias artísticas quienes establezcan las jerarquías¨. Para finalizar que… ¨ha
sido creado para la máxima protección y promoción de todos los artistas y
literatos de todo el país¨.
¿Será posible creer
que este Decreto es tan Súper protector, así de tan bueno?
Es para reírse… Este Decreto de hecho obliga y empuja al
artista aficionado cubano a la mentira, al trabajo irregular, al comercio
ilícito y finalmente a la corrupción.
Inevitablemente si la política cultural cubana se proyecta
convirtiendo en un delito hasta el derecho de comercializar un libro, pues
estas serán las consecuencias sociales. Algo digno de análisis, pero
irrebatiblemente, a un análisis al que todos los cubanos tienen derecho. No
somos los esclavos de los Reyes. El siglo XXI así lo demuestra.
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