¨ Los
Dietrichs cubanos¨
Como líder religioso,
pastor y teólogo, Dietrich Bonhoffer concebió ¨El precio de la Gracia¨. Esto no
se puede medir cuantitativamente, pero sí en términos de derechos humanos
cuando se piensa diferente. Así vivió y murió Dietrich como pastor luterano.
Pero en América
Latina, lo que fue la Breslavia de ayer, es posible homologarla como la Cuba de
hoy. Donde otros Dietrichs hacen también fila con la resistencia, a través de
la mirada evangelista.
A ese movimiento
político disidente dentro de las filas del cristianismo que ayer lo integraron
Orlando Pellicer, Ernesto cardenal, Camilo Torres, Jerzy Popieluszko, Eduardo
¨lalo¨ Sardiñas y otros, todavía se le unen otros en la contemporaneidad, que
enriquecen su existencia con sus ideales y conductas.
El párroco cubano
José Conrado, que ofició en la Iglesia Santa Teresita del Niño Jesús en la
provincia de Santiago de Cuba, también ha tomado esa opción como vía pacífica
para contribuir a los cambios sociales que se necesitan en el país en la
actualidad.
En su misión
evangelística, se ha opuesto a maltratos y vejaciones que se le han querido
realizar a feligreses de su congregación que se expresan con pensamientos
contestatarios al sistema de gobierno. Su enfrentamiento valiente a las autoridades
ha impedido en muchas ocasiones abusos físicos contra estas personas. Entre
ellas: las Damas de Blanco de esa congregación, que son tan lastimadas en todo
el país.
Hasta el siglo XX
sumaban 20 consagrados a nivel mundial que se decidieron por esta lucha. Hoy
suman más.
Pero este fraile
cubano actual no ha sido el único. El Pastor protestante Mario Félix Lleonart ha elegido también como
postura evangélica esta opción. Acusado por sus ideas libertarias, a la élite
gubernamental le resulta un desafío. No es posible enmarcarlo como un peligro
nacional, cuando sus únicas armas son sus conceptos y doctrinas. Sin embargo,
sufre las consecuencias de sus prédicas.
Interrogado
policialmente, cuando sale o entra de su propio país, y despojado de folletos,
discos y publicaciones como si fueran petardos, es observado constantemente por
la policía política nacional como un hombre mercenario terrorista. Pero esto no
hace que renuncie a su misión como ministro del evangelio.
Aún así, estos no
son los únicos Dietrichs cubanos. La organización religiosa Pastores por el
Cambio (2010) también ha optado por un evangelismo a favor de los más pobres. Y
entre ellos ha tenido una participación activa como rol de género: Marilys
Acosta.
Tomar estas
posiciones en la Cuba actual, aún que influyan en las relaciones Iglesia-Estado
tiene su precio. Como citara Dietrich alguna vez : ¨… cuando Cristo llama a un
hombre, le ofrece a venir y a morir¨. Resistir y participar en el cambio social
de toda una nación no significa necesariamente sumisión. Estos ministros de
Dios no quieren perderse su propia implicación nacional.
El cristianismo
sin rebelión no puede ni podrá existir porque las sociedades requieren de
desarrollo en todos los órdenes humanos, que se adaptan a las necesidades de los
nuevos tiempos. Y colaboradores no ordenados también existen y existirán. Pero
del único crimen de que se les podrá acusar es del de disentir del proceso
social que se les impone al pueblo. Así fue ejecutado Dietrich en la Alemania
nazi. Su oposición a formar parte del sistema represor le costó
la vida.
La disidencia
política desde el cristianismo no pude calificarse de egocéntrica, pues los
pobres de cansan de ser pobres cada día. Y se requiere en el caso cubano de una
equidad social igualitaria, después de 50 años de justificaciones políticas,
que solo han conducido a la destrucción de la productividad nacional.
La Iglesia no
llama a una nueva religión, sino a una nueva vida. Pero donde la escasez y la
necesidad existan para todos sin lugar a privilegios que inviten a la rebeldía
y a la resistencia.
El movimiento
teológico disidente Pastores por el Cambio sin dudas marca una etapa, un
paradigma y un legado que quedará para la historia venidera como una tendencia
Dietriechana para los más jóvenes y no
será en vano.
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