¨¿De quién es la culpa? Un derecho a conocer¨
Posterior
al trágico fallecimiento de la niña Paloma Domínguez Caballero, el
7 de octubre del presente año, en la localidad habanera de Alamar,
del municipio Habana del Este, en Cuba, se publica un artículo en el
periódico oficial, Granma, sin nombre de firma, donde se refiere que
¨ofende y lastima¨, las manipulaciones políticas sobre el tema.
Así como también que en estos momentos se realiza ¨una
investigación profunda y exámenes de mucho rigor¨.
Investigar
ahora, puede calificarse de positivo, para evitar eventos
posteriores, pero de la misma manera, ¿porqué no se hizo antes? La
tragedia se hubiera evitado si se hubiera trabajado como
correspondía. Pero no se hizo. Se conocía y se reconoce en el
mencionado reporte que esta vacuna no es producida en el país y aún
así, no se realizaron los análisis correspondientes. ¿Cómo se
explica ahora?
Entonces,
las posteriores declaraciones públicas de la madre de esta niña en
la red social Facebook y la circulación de estas por medio mundo, se
califican ahora como ¨ofensivas y de manipulación política¨. Pero
lo que no se dice es, que con toda razón, nadie tiene el poder de
devolverle a su bebé.
Culpar
en estos momentos a otra cosa que no sea la negligencia, no tiene
sentido, porque todos esos análisis debieron realizarse antes. Al
presente, declarar todos los beneficios que trae aparejado la
vacunación PRS, contra las enfermedades que combate, es una
pretensión para justificar la flojedad del adeudo gubernamental, que
es sin lugar a dudas, el único responsable.
Más,
si se tiene en cuenta que el error humano en quienes la procesan sí
es justificativo, sin embargo, no se previó. Y prever, en cuanto se
refiere al sistema de salud
público en Cuba, es un trabajo enteramente del Estado. Ya que este
sistema es totalmente gubernamental. No existe otro error.
Por
tanto, toda precaución debió haber sido poca, antes de aplicarla,
porque como bien declara el Granma, cabe la posibilidad de que se
produzcan ¨hechos aislados¨ y ninguna madre quisiera (cubana o no)
que le ocurriera a su hijo. En Cuba residen también muchas madres
extranjeras y hubiera constituido un escándalo por igual.
Actualmente,
¿cómo se le explica a esta madre lo sucedido, diciéndole que en
Cuba, nada es más importante que un niño?
Esto
sucede cuando el orgullo supera el compromiso de la responsabilidad.
En la mencionada crónica de los hechos, se justifica y se expone,
que de los niños que quedaron afectados, todos se encuentran bajo un
equipo multidisciplinario, vigilante e importante. Pero no se
manifiesta, en ninguna parte de la comunicación, las palabras
obligadas del PERDON. Es justo combatir la negligencia con la
humildad del PERDON. Sin embargo, eso sí no viene escrito en ese
apologético artículo.
Tal
vez por eso, esa noticia, en el periódico oficial, se publicó sin
firma expresa. Cuando no se reconocen las actitudes se ofrece la
oportunidad de la crítica, que lamentablemente después se
tergiversa en ¨ofensas¨.
No
se puede comprobar que esta situación con estos cinco niños fue
intencional. Ni tan siquiera se pone esto en tela de juicio, pero lo
que sí es evidente, es que no se efectuaron los análisis
correspondientes antes de aplicar dicha vacuna.
Entonces
hoy, cuando nadie puede devolver este hijo a su madre, es cuando se
investiga sobre el tema y justificadamente se realiza una declaración
como esta, a raíz, de que Yahima Caballero Peralta, madre de la niña
fallecida, escribiera y publicara en Facebook, durante todo un día,
¨Me mataron a mi hija¨.
Como
consecuencia, puede considerarse con todo sentido, como diríamos en
buen cubano, ¨tarde para dos comidas¨.
Desde
el punto de vista gubernamental, asumir un papel de víctima,
alegando su planificación y estrategia de salud, no le queda. La
intención de vacunar a todos los infantes cubanos es buena, pero
desde el punto de vista legal, es algo que no puede eludir, ya que el
combate contra varias enfermedades no le otorga el derecho de ser
descuidado. Y mucho menos no reconocerlo.
Mucho
más importante, que apresurarse a justificar el descuido que
existió, se obvió en este citado manifiesto, el derecho humano a
conocer la información. Pues, no se publicó ese día, jueves 17 de
octubre, el dato abierto que responsabilizara a cualquier persona o
Departamento, en cuanto al error. La ciudadanía tiene el derecho de
conocer. Pero esto no se publicó. Y eso, más que una ¨ofensa¨, es
una ¨manipulación¨.
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