viernes, 25 de octubre de 2019

¨¿De quién es la culpa? Un derecho a conocer¨


              ¨¿De quién es la culpa? Un derecho a conocer¨

Posterior al trágico fallecimiento de la niña Paloma Domínguez Caballero, el 7 de octubre del presente año, en la localidad habanera de Alamar, del municipio Habana del Este, en Cuba, se publica un artículo en el periódico oficial, Granma, sin nombre de firma, donde se refiere que ¨ofende y lastima¨, las manipulaciones políticas sobre el tema. Así como también que en estos momentos se realiza ¨una investigación profunda y exámenes de mucho rigor¨.
Investigar ahora, puede calificarse de positivo, para evitar eventos posteriores, pero de la misma manera, ¿porqué no se hizo antes? La tragedia se hubiera evitado si se hubiera trabajado como correspondía. Pero no se hizo. Se conocía y se reconoce en el mencionado reporte que esta vacuna no es producida en el país y aún así, no se realizaron los análisis correspondientes. ¿Cómo se explica ahora?
Entonces, las posteriores declaraciones públicas de la madre de esta niña en la red social Facebook y la circulación de estas por medio mundo, se califican ahora como ¨ofensivas y de manipulación política¨. Pero lo que no se dice es, que con toda razón, nadie tiene el poder de devolverle a su bebé.
Culpar en estos momentos a otra cosa que no sea la negligencia, no tiene sentido, porque todos esos análisis debieron realizarse antes. Al presente, declarar todos los beneficios que trae aparejado la vacunación PRS, contra las enfermedades que combate, es una pretensión para justificar la flojedad del adeudo gubernamental, que es sin lugar a dudas, el único responsable.

Más, si se tiene en cuenta que el error humano en quienes la procesan sí es justificativo, sin embargo, no se previó. Y prever, en cuanto se refiere al sistema de salud público en Cuba, es un trabajo enteramente del Estado. Ya que este sistema es totalmente gubernamental. No existe otro error.
Por tanto, toda precaución debió haber sido poca, antes de aplicarla, porque como bien declara el Granma, cabe la posibilidad de que se produzcan ¨hechos aislados¨ y ninguna madre quisiera (cubana o no) que le ocurriera a su hijo. En Cuba residen también muchas madres extranjeras y hubiera constituido un escándalo por igual.
Actualmente, ¿cómo se le explica a esta madre lo sucedido, diciéndole que en Cuba, nada es más importante que un niño?
Esto sucede cuando el orgullo supera el compromiso de la responsabilidad. En la mencionada crónica de los hechos, se justifica y se expone, que de los niños que quedaron afectados, todos se encuentran bajo un equipo multidisciplinario, vigilante e importante. Pero no se manifiesta, en ninguna parte de la comunicación, las palabras obligadas del PERDON. Es justo combatir la negligencia con la humildad del PERDON. Sin embargo, eso sí no viene escrito en ese apologético artículo.
Tal vez por eso, esa noticia, en el periódico oficial, se publicó sin firma expresa. Cuando no se reconocen las actitudes se ofrece la oportunidad de la crítica, que lamentablemente después se tergiversa en ¨ofensas¨.
No se puede comprobar que esta situación con estos cinco niños fue intencional. Ni tan siquiera se pone esto en tela de juicio, pero lo que sí es evidente, es que no se efectuaron los análisis correspondientes antes de aplicar dicha vacuna.
Entonces hoy, cuando nadie puede devolver este hijo a su madre, es cuando se investiga sobre el tema y justificadamente se realiza una declaración como esta, a raíz, de que Yahima Caballero Peralta, madre de la niña fallecida, escribiera y publicara en Facebook, durante todo un día, ¨Me mataron a mi hija¨. 
Como consecuencia, puede considerarse con todo sentido, como diríamos en buen cubano, ¨tarde para dos comidas¨.
Desde el punto de vista gubernamental, asumir un papel de víctima, alegando su planificación y estrategia de salud, no le queda. La intención de vacunar a todos los infantes cubanos es buena, pero desde el punto de vista legal, es algo que no puede eludir, ya que el combate contra varias enfermedades no le otorga el derecho de ser descuidado. Y mucho menos no reconocerlo.
Mucho más importante, que apresurarse a justificar el descuido que existió, se obvió en este citado manifiesto, el derecho humano a conocer la información. Pues, no se publicó ese día, jueves 17 de octubre, el dato abierto que responsabilizara a cualquier persona o Departamento, en cuanto al error. La ciudadanía tiene el derecho de conocer. Pero esto no se publicó. Y eso, más que una ¨ofensa¨, es una ¨manipulación¨.

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