La disidencia social dentro del movimiento
clerical en todos los tiempos del hombre se sustenta como una disidencia por
amor. Una disidencia amorosa, por amor a su pueblo, a su prójimo, a la congregación
nacional… una inconformidad ante los problemas apremiantes.
No se concibe un proceso benéfico general
edificante, como un proyecto nacional, sin una pluridad de voces como
alternativa social de fuerza de choque.
Cuando una revolución se empeña en no tener una oposición, pude
considerarse que lo que queda es represión. La imposición de conciencias es una
consecuencia y la radicalización de las posturas oficiales originan el
levantamiento muchas veces de las religiones.
Como ejemplos evidentes en la vida cubana
actual se pueden citar al párroco José Conrado y al Pastor Manuel Alberto Morejón.
Ambos se erigen paradigmas
jesucrísticos. Ambos se levantan ante el abuso, la arbitrariedad y la
injusticia oficial en muchas áreas de la sociedad. Ellos se esfuerzan en
mostrar el rostro de Dios con coraje y valentía, y por convicción combaten por
ese legado.
Esta disidencia cristiana no es algo nuevo.
Martin Luther King marcó una pauta en la era moderna y contemporánea. Voces
teológicas se enaltecen y declaran la legalidad hipócrita y demagoga cuando no
se observa vialidad a un proyecto nacional.
Consagrados a su ministerio como lo ha sido
Ernesto Cardenal en Nicaragua, teorizan que disidencia social es poder decir la
verdad ante una deformación de la filosofía oficial cuando esta afecta el
desenvolvimiento del bienestar natural y nativo del propio país.
Países como Cuba o China exponen este tipo de
disidencia como una interpretación de amenaza al gobierno dominante. La
imposición gubernamental de perpetuarse en el sistema político de poder
escogido, no tolera la desconformidad pública de estos líderes. Y el arresto de
Pastores y Ministros protestantes evidencia en Cuba esta situación
contemporánea. En China el acoso y la detención sistemática a los monjes
tibetanos no es diferente en cuanto a esta cuestión. La arbitrariedad, la
injusticia y el abuso conforman también el espectro social.
Exponer a estos guías como enemigos de la
verdad y la ortodoxia, acusándoles de ser la causa de todos los males de la
sociedad carece de sentido cuando tantos proyectos políticos prometidos
fracasaron. Y el discurso apologético continúa
sin resolver el desarrollo del país después de cincuenta años …
La consagración cristiana evalúa el orden de
las cosas en un acto de lealtad religiosa a la sociedad civil, siendo
consecuente con el modelo disidente de Jesús, que se opuso al poder oficial de
la época, negándose a convivir con la
mentira, la farsa y la apariencia. La elección jesucrística siempre fue con el
pueblo y para el pueblo. Su oposición a fomentar la intolerancia social fue
algo que instruyó firmemente y dejó como legado. En consecuencia, otros líderes
religiosos como los Rabinos Liberales enunciaron posteriormente la repulsa a la
intransigencia y la obcecación al prójimo de una manera sólida y concreta.
Jesucrísticamente la libertad de palabra
concedida al hombre hace perder el miedo a cualquier cristiano. Cuestionar la
posición social de un líder religioso, presentándolo como ¨subversivo y mercenario¨ carece de
credibilidad internacional y pública, porque sus pronunciamientos en defensa de
los derechos humanos en su propio país y en sus congregaciones se justifican
que son válidos. Aunque definitivamente los gobiernos impuestos por el hombre
jamás tendrán poder ante la religión.